lunes, 3 de marzo de 2014

Elementos básicos de la cuestión sexual (asignatura Matrimonio y familia)

La cuestión sexual es uno de los fundamentos básicos del matrimonio, ya que según el Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la santificación de un matrimonio (primera ocasión en la Historia) “el hombre y la mujer <<enmaridados>> expresan de algún modo la plenitud de lo humano, la comunicación esponsal es tan integradora que aúna la santidad de los dos <<partner>> en una sola santidad conjunta, como los aúna en una vida conjunta y en una empresa conjunta[1]. Explicando la necesidad de una unión entre ambos seres humanos, que viene a razón de esta pregunta ya que una parte de ella esta formada por la cuestión sexual.
La cuestión sexual nos presenta una serie de rasgos que nos lleva a comprender los elementos propios del matrimonio y el por qué de ser  diferenciado de otros tipos de uniones. Sus elementos básicos son: la heterosexualidad, la unidad, la complementariedad, la inclinación natural y la posibilidad de generación de una nueva vida.
La heterosexualidad, es el rasgo realmente propio de la cuestión sexual, supone la diferenciación entre los dos elementos: varón y mujer. Todo ello se debe a las diferencias que existen entre ellos “en lo corporal, en lo afectivo, y en lo intelectual, siendo esas diferencias las determinan el modo de ser específico del varón y de la mujer en una sola naturaleza, la humana”, y todo lleva a la  inclinación natural que comentaremos posteriormente. Otro de estos rasgos se observa en la obra “Matrimonio y mediación familiar” debido a la unión de dos naturalezas que son diferentes, pero se transforman en una única: “Es una unidad en las naturalezas, fórmula que expresa en un plano científico la dicción bíblica una caro, una sola carne”[2]En este mismo libro, podemos observar la afirmación, tomada de Javier Hervada (otro de los grandes expertos en derecho matrimonial), que señala que el matrimonio “es la unión de un varón y una  mujer en coparticipación y coposesión[3] lo cual añade al rasgo de la heterosexualidad dos propiedades más: la coparticipación y la coposesión. Ya que uno se puede entregar al otro en función de poseerse a si mismo y gracias a que la otra persona se entregue también por completo.
La complementariedad entre mujer y varón, se da debido a la diferencia, pero este rasgo les hace poder interaccionar y les lleva a la posibilidad de generación de una nueva vida.
La inclinación natural se debe a la atracción que sufren las mujeres hacia las mujeres, y viceversa. Se debe a que el otro es sexualmente diverso, de ahí la importancia de la heterosexualidad. Si el otro no es diferente en la cuestión sexual, no es posible esta inclinación natural. “El amor es la vocación fundamental e innata a todo ser humano”, donde se define la inclinación natural a la cual nos referimos en este apartado.
Otro de los rasgos, que mencionamos anteriormente, es la unidad o la especificidad. Lo que conlleva que el amor no sólo debe ser dentro de una heterosexualidad, sino que debe de ser único. Ya que un matrimonio no se trata de una relación “entre varios, uno o ninguno” (en palabras del profesor), sino que debe de ser entre dos. Esto se debe a que deben de ser dos personas para que se entreguen por completo el uno al otro; si hay tres o más personas hay al menos uno de ellos que no se puede entregar por completo y en caso de que haya una persona no hay la entrega y posesión necesaria en todo matrimonio. Esto se define como “Es en este ambiente donde florecen algunas relaciones inéditas de naturaleza conyugal.  Surgen así unas inclinaciones inéditas, unas más fuertes que otras, maduran mejor unos afectos que otros, y aparece la tendencia a estar sólo con una personay esto se da en el compromiso matrimonial, únicamente.
La posibilidad de principio común de generación, es uno de los rasgos principales recogidos tanto por la Real Academia Española, como en el Derecho Matrimonial Canónico, en su definición de matrimonio. Es uno de los fines últimos del matrimonio. Esto se debe al interés por parte de ellos de la perpetuidad tanto de la especie como de sus propias personas en la memoria y en la presencia de los hijos. Todo ellos supone una renovación en la vida de los cónyuges. Gracias a la generación de una nueva vida se consigue dar una explicación a su vida y a su futuro como pareja. La generación de una nueva vida hay que señalar que no es algo propio de otras etapas de la vida (noviazgo o momentos previos), lo que provoca que adelantar este momento genere una ruptura de la armonía que posee la vida.
Todos estos elementos no incluyen únicamente su desarrollo y la generación de una nueva vida, sino el hecho de compartir una vida y unos proyectos con el cónyuge y con sus hijos. Debido a los numerosos tipos de familias con la llegada de una cierta desestructuralización de los hogares, el Catecismo de la Iglesia Católica lo define como “Unión plena y total, de un varón y una mujer en la virilidad y la feminidad, indivisible y ordenada al bien de los cónyuges, y a la generación y educación de los hijos”.
En conclusión, cabe afirmar que todos estos rasgos no son los únicos que generan el matrimonio, como lo conocemos hoy en día. Pero hay que señalar que pese a no ser los únicos, son los mayormente indispensables para la formación de está unión conyugal. La sociedad está perdiendo, bajo mi punto de vista, estos valores por lo que se está perdiendo los principales rasgos del matrimonio que se está diversificando y perdiendo los rasgos iniciales que le dieron origen.



[1] Juan Pablo II, Discurso en la santificación del primer matrimonio.
[2] Escrivá-Ivars, Javier  “Matrimonio y Mediación familiar”
[3] Hervada, Javier “Cuestiones sobre el matrimonio”

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