Este cuadro de Brueghel y Rubens representa, en mi opinión, la avaricia
por la posesión desenfrenada de objetos materiales practicada, en este caso,
por los burgueses y aristócratas
holandeses en el Barroco; con un apunte significativo de lo efímero de esta actitud,
en la presencia del pavo real junto a la fuente, recordándonos que cada año, en
otoño, pierde su hermoso plumaje que le
vuelve a nacer en primavera. El rayo de luz que entra por la derecha aporta la
esperanza en la Resurrección
y en la Vida Eterna.
Este es el significado moral del cuadro, si nos atenemos a un análisis
basado en la representación la Historia del Arte,
análisis comprensible desde el punto de vista clásico, ya que se interpretan
moralmente todos los elementos que se representaban en el Barroco. Si lo0
analizo desde el punto de vista descriptivo y sensitivo, no moral; el
sentimiento que me inspira es de asfixia
visual ¿Cómo pueden caber tantos objetos en un lienzo?
Si nos situamos en el siglo XXI con una visión minimalista de la
estética, donde estamos acostumbrados a valorar la belleza en la representación
de el menor número de objetos, a que los objetos sean puros, las formas
geométricas simples y los tejidos naturales y, de repente, aparece ante
nuestros ojos “El sentido de la vista”
nos preguntamos dónde está el espacio físico en el que podamos situar un objeto
que no esté allí. Si necesitamos ser creativos y participar introduciendo
alguna aportación personal en esta obra de Brueghel y Rubens; comprobaremos
desolados que no nos han dejado espacio libre, todo está ocupado. No podemos mirar
y descansar la vista en un pequeño vacío blanco; los artistas no nos dan
tregua, coartan nuestra libertad y
nuestra imaginación. Es como el desván de la casa familiar donde, durante
generaciones, se han ido depositando todos los objetos inútiles que no
necesitaban y no querían tirar y cuando nosotros subimos, para hacer
exactamente lo mismo que nuestros antepasados descubrimos, desolados, que ¡ya
no hay sitio¡
DESCRIPCIÓN DEL CUADRO
Estamos ante un óleo sobre tabla de 65 x 109 cm en el que Jan Brueghel
pintó los objetos y Rubens se ocupó de las figuras principales. Venus y Cupido
ocupan la parte central inferior de una amplia sala abigarrada de objetos y en
la que están mirando un cuadro de tema religioso. Tras ellos, a la izquierda,
un arco desde el que contemplamos un
paisaje con edificaciones y un pavo real
junto a una fuente. A la derecha, al fondo, entra un rayo de luz y en primera
línea podemos observar un conjunto de cuadros. En el fondo, sobre estanterías
en la pared, una muestra de bustos de estilo romano y, repartidos por toda la
estancia, globos terráqueos, catalejos, animales…
A lo largo de la
Historia del Arte se nos han mostrado muchas formas de
expresar los sentidos, sentimientos y la moral que emana de los lienzos.
La doctora de Historia del Arte María Sánchez Luque en su obra “La vanitas de los cinco sentidos de
Brueghel: Olfato y tacto” (Universidad Complutense de Madrid.2001) afirma
que:
“el motivo
pictórico de los cinco sentidos puede suponer un mensaje moral y religioso (…)
según la mentalidad barroca. La vida del hombre sobre la tierra sólo era una
preparación para la vida del más allá y que su destino dependería de cómo se
condujera en la vida terrenal. Este mensaje está representado particularmente
en el género Vanitas”.
Y el género Vanitas está relacionado con el Eclesiastés:
“Vanitas
vaniatum omnia vanitas” (Vanidad de vanidades todo es vanidad)
Este libro del Antiguo Testamento de la Biblia , que sigue a los Proverbios y precede al
Cantar de los Cantares recoge, al igual que el cuadro, como debemos afrontar la
vida ya que las posesiones materiales son fugaces y nada es seguro, excepto la muerte.
Pero tras la muerte hay un rayo de luz, la esperanza en la Resurrección
No hay comentarios:
Publicar un comentario