Comentario cuarto
capítulo
Inicio
el último capítulo del libro del Profesor Nubiola sobre las “Prácticas
comunicativas y de investigación” con una duda razonable: ¿Cómo, aquí y ahora,
se puede necesitar el afecto y la comprensión de quiénes no han nacido y un día
pueden llegar a leer nuestros escritos?
Entiendo
que la comunicación de la verdad hace que todo se transforme en una realidad
inmediata. Es evidente que cuando nosotros comunicamos algo se hace tangible en
el papel, deja de pertenecer al mundo de las ideas y baja al ruedo de la
sociedad, donde esta sabe, tanto nuestra biografía como de la búsqueda que
estamos haciendo de nuestro futuro. Caldera, citado por el profesor, va más
allá y asegura que “comunicando en la verdad, cada cual –a la vez-, sale de sí
mismo, se entrega a los demás y, en este acto de darse, se encuentra a sí
mismo”.
Para
encontrarnos a nosotros mismos se deben de dar una serie de condiciones que nos
ayudarán a conseguir nuestro objetivo y, entre ellas, hay dos físicas: tiempo y
silencio. Es lógica esta afirmación, el silencio nos ayudará a concentrarnos en
nosotros mismos, a “oírnos” sin interferencias comunicativas y no podemos
analizarnos sin las pausas necesarias, sin las reflexiones contínuas y
críticas, en las que el reloj no debe apremiarnos, aunque no podemos escudarnos
en él para prolongar nuestro trabajo, en vez de optar por la intensidad del
mismo que, no cabe la menor duda, de que acortaría el tiempo. Es una opción el
elegir entre los dos.
El profesor Nubiola nos alerta sobre el
peligro de la soledad que “no hace más libre el pensamiento” y nos aconseja
“aprender a escuchar… prestando atención a lo que la otra persona nos dice, sin
distraernos en la respuesta”. Considero que en el inicio del proceso de
búsqueda de la verdad “la soledad no es mala consejera”. Aunque también se
puede escuchar lo que nos rodea, pero ahí me pregunto si la respuesta a lo que
escuchamos no se produce, la mayor parte de las veces de forma automática. Me
explico: yo estoy escuchando a una persona y de forma automática se va
construyendo un escenario con lo que está diciendo; los personajes y los
objetos que describe se van colocando en el mismo y una vez finalizado su
discurso, sin que yo prepare una respuesta, el desenlace ocurre de manera automática y puede que se materialice a través de mi
palabra, pero yo no he buscado una respuesta mientras escuchaba, sino que quién
hablaba la ha dado y yo la he materializado.
El
profesor Nubiola nos habla de tres coordenadas que nos servirán para educar el
carácter, “el corazón”, “la asertividad” y el “amor a la libertad”. Estas tres
líneas de actuación nos llevarán a aceptar a los demás tal y como son, a auto
disciplinarnos y someter a unas reglas y principios y a aceptar el pluralismo.
Considero que para educar mi carácter necesito empezar por mí mismo y aceptar
como soy o, tal vez, aceptarme tal y como soy y pensar si quiero seguir siendo
así o si debería cambiar; una forma de disciplina que me llevará a someterme a
unas reglas determinadas, porque reglas hay muchas y las debo de conocer, pero
en libertad optaré por aceptar aquellas que sean más útiles para,
necesariamente, educar mi carácter.
En
estos momentos no entra, en mis planes profesionales, realizar la tesis
doctoral. Leo con atención las consideraciones del profesor Nubiola, a nivel
informativo y eso hace que mis reflexiones no nazcan de una implicación
personal, sino intelectual. La relación del director de tesis con el doctorando
no puede ser de igual a igual, de acuerdo. La verdad y la transparencia son
condiciones imprescindibles en la relación profesional: no puede ser de ninguna
otra manera. Las relaciones personales entre directores y doctorandos son: personales y pro lo tanto privadas. El
manager o mentor: puede ser un elemento distorsionador en la relación entre el
director y el doctorando si se inclina hacia uno de ellos: no es necesario
establecer un “tío intelectual”.
Un
último apunte a la “Comunidad de investigación y trabajo en equipo”. Cuando leí
este epígrafe me imaginé un estudio
científico desarrollado en el CIMA, pero el profesor nos dice que “los
pensamientos brotan y se desarrollan en la comunicación con quienes están a
nuestro alrededor” y me identifico con su afirmación “el trabajo cooperativo,
el trabajo en equipo, es infrecuente en filosofía, quizás porque quienes a ella
se dedican buscan a menudo más la originalidad que el común acuerdo y la
avenencia”.
“Sólo
sé que no sé nada” y por eso me acerco a quienes saben aunque defiendan teorías
verdaderas o falsas y eso es una forma
de reconocimiento de la autoridad, porque como apunta el profesor
“cuando un texto nos parezca una estupidez hay que pensar que probablemente los
ignorantes seamos nosotros”.
¿Qué
puede hacer un hombre de letras cuando la ciencia y la técnica es lo imprescindible
y al pensamiento y la cultura le aplican un 21% de IVA? Mantener una posición
numantina y no renunciar a la búsqueda de la verdad y “no pasar por alto el
papel del corazón”.
Este
libro ha hecho latir mi corazón con otros corazones, sentir necesidades nuevas
y he llegado a la conclusión de que me queda mucha biografía por elaborar para
luego plantearme comunicarla. Hoy, mi biografía y mis planteamientos de futuro,
no están listos para ser compartidos en círculos que no sean privados: soy un
aprendiz en este taller, aunque trabajaré intensamente, porque aspiro a ser un
maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario